martes, 31 de mayo de 2011

Un poema de Juan Ramón



Lo que Vos queráis, Señor.
Sea lo que Vos queráis.

Si queréis que entre las rosas
ría hacia los manantiales
resplandores de la vida,
sea lo que Vos queráis.

Si queréis que entre los cardos
sangre hacia las insondables
sombras de la noche eterna,
sea lo que Vos queráis.

Gracias si queréis que mire.
Gracias si queréis cegarme.
Gracias por todo y por nada.
Sea lo que Vos queráis.

Lo que Vos queráis, Señor.
Sea lo que Vos queráis.



Hoy le ha tocado a Juan Ramón...

Mañana le tocará a uno de mis compañeros. Al fin y al cabo, le tocará a toda la compañía. Me tocará a mí, que hoy he musitado entre danza y danza también éste poema, que mañana bailará uno de mis bailarines, sin saber muy bien si le hablaba a un Dios preconcebido o a Aquel otro inconcebible, inconceptuable, al que a veces me encomiendo.

Me llevo el año esperando como agua de mayo la próxima actuación... Cuando pasan y pasan meses sin un aviso, una llamada, un círculo de 'edding' rojo en el calendario, me desespero. Pero qué abismo insondable cuando llega. Qué salto al vacío tan enorme cada vez... y cada vez más.

Sé que no debería darle tanta importancia (¿o sí?), que no debería de "atacarme de los nervios" como me ataco, y que muchas de las incidencias que tanto me descolocan las provoco yo misma -el gran peso que siento en el alma es que las sufrimos en comandita- con mis torpes olvidos, fruto de mi nerviosismo o de mi agotamiento.

Sé que no debería ser tan puñetita -así, dicho a la sevillana manera- y debía dejarme caer en el valor demostrado de mi compañía, que para eso me lo demuestra día a día, trabajando... haciéndome vivir intensamente cada día. Que si algo falla -que no tiene por qué- fallará, y probablemente se saldrá del paso.

Que he pagado entradas de primeros teatros, y he hecho viajes, para ir a ver meter una gambada a más de uno de mis inalienables... y he salido del patio 'butacas flotando en sueños, con gambada incluida. Que a veces vale más un paso a traspiés en una danza que trasmina a humano, que el encorsetado movimiento perfectamente aprendido de tantos autómatas sin corazón, de esos que cada vez abundan más en esta profesión, y en esta sociedad enferma de informática, ofimática, domótica, robótica, y otras yerbas... que ya no saben oler ni siquiera.

Sé todo eso y mucho más... y aún así no puedo evitar sentirme en el vacío. Imagino que es congénito. Que nació conmigo y me moriré así. Así, no: peor. Peor cada día. Peor cada escenario. Cada actuación, más pequeña. O tal vez será que la Danza es cada vez más grande. O quizá sólo que yo soy cada vez más vieja.

... A saber.

Vicisitudes. Cambios de última hora. Un transporte que falla. ¿Por qué no tendré ya carné y utilitario?. Botones por pegar que no se pegarán. Un maillot y una falda "de refresco", por 'si aca'. Mil veces y mil veces más revisar cada detalle... y esa sensación, casi siempre constatada en el vestuario, lejos de casa y del estudio, de que se te ha olvidado algo. Tiritas, por si un zapato roza. Árnica con Romero, por si algo duele. Para el alma... ¿qué me llevo?... Dos sancionados que se nos caen del elenco (la madre que los... en qué líos me meten a veces). Un baile que lleva un suplente -ese crack "a lo Messi" al que a las últimas siempre acudes- ensayado de dos días. Nerrrrviossss. Salto al vacío, sin saber si esta vez la piscina estará llena o me daré de bruces con el fondo, ni cuántos se estrellarán o flotarán detrás de mí.

The show must go on. El espectáculo debe continuar, siempre. Por encima de mis miedos, de los sancionados, de los imprevistos, de los malos rollos, del corchete que se cae, de la cremallera que se parte justo antes de salir a escena, del audio que furula lo justo... cuando furula lo justo, de los escenarios sin espacio suficiente, de los vestuarios improvisados con un separador o un trapo colgao de un cordelito, de las asesinas escaleras de caracol, tan preciosas ellas... para subir en plano y relajadamente...

P’alante, como el tren de Alicante.

Mieeeerrrrda. Mucha, muchísima mierda.


... Sea lo que Vos queráis.

domingo, 8 de mayo de 2011

Jacarandas

Hoy la he visto. No la buscaba, pero se vino a mis ojos. Como un niño que enseña orgulloso su juguete nuevo, parecía querer decirme ¡mira: ya tengo flores!.

Apenas tenía dos o tres ramitos. Todavía no ha brotado del todo, pero ya lucía su traje nuevo, morado... que en Mayo no es luto, y menos para las Glorias.

Dicen que la jacaranda no es de Sevilla. Que vino de las Américas para adornar la vieja Exposición del 29. Esa de la que hablaba el Pali.

No lo sé. No sé si es o no sevillana. Supongo que no. Pero ha hecho de Sevilla su segunda patria, su casa, su mejor jardín.Toda Sevilla se llena de jacarandas florecidas cada Mayo, y casi todos los Otoños. Sí, en Otoño, porque la jacaranda, por más que delicada, florece dos veces... cuando le apetece.

Y Mayo ya está a la vuelta de la esquina...

Poco a poco la más sencilla de las flores se irá abriendo paso entre las delicias florales de una Sevilla que la espera con los brazos abiertos.

Nacerá como siempre delicada, fragante, asoslayada para que los soles y los vientos de Mayo no la quemen. Siempre de soslayo. Como la esperanza, como casi todas las cosas buenas de la vida.

No hay duda: esto ya no tiene marcha atrás... la Gloria se va instalando en el alma... van aflorando anhelos, que son como las jacarandas del alma: siempre fragantes, siempre asoslayados... juguetillos delicados que tienden a florecer más de una vez. Y una va mirando por las calles, para ver cómo y cuánto están floreciendo las jacarandas... y pensando: "Mayo es cuestión de días. Ya va a estar Sevilla alfombrada de morado..." mientras que deshoja días en el calendario.

Cuando la "suya", esa que espera cada año verla entrar por la calle Guadalquivir, esté cuajada de flores será la hora de despertar. La Gloria se habrá apoderado definitivamente del alma y el País del Eterno Otoño volverá, por un día, a ser tomado por la Primavera.

Por una primavera pujante, que sabe que es Primavera porque una Jacaranda Bendita, sencilla, asoslayada, límpidamente sevillana, ha brotado en sus entrañas como una inmensa Fuente de nueva Vida.

Ya está floreciendo de nuevo la jacaranda, Sevilla.

Placita... qué poco queda.




(Escrito a finales de Abril de 2009)




Se me ha hecho quizá demasiado tarde. Se me ha venido Mayo encima, y ya las jacarandas están en plena floración. El día 21 de Mayo, Tercer Sábado de Mayo, como casi siempre, la Gloria de San Lorenzo saldrá a pasear por las calles del barrio desde su Convento de San Antonio, y el cielo de Sevilla la verá pasar dulce, asoslayada, como una jacaranda... como casi todas las cosas buenas de la Vida...

Corpus Christi en Sevilla. Ocho de la tarde. La calle San Vicente se ha vestido de Primavera. San Antonio es un hervidero de esa alegría de lo sencillo, esa que sólo se puede paladear a pequeños sorbos. María, la de la Placita... vestida de Pastora, sencilla, como siempre, estrenando anhelo y Primavera nueva. Albor de mantilla... La primera estrella que se alza en el cielo para decirle en silencio que en la calle Guadalquivir el día se muere por Ella. Campanas al repique desde las dos atalayas.

... Y se va, navegando, río manso, barrio abajo, en un barquito de plata y flores que sólo lleva por remos los anhelos; por vela... una bohemia rama de álamo que sueña ser rosal para acariciarle el pelo con pétalos de seda. Revuelo de herberas y rizos de pilistra.

Que el País del Eterno Otoño también tiene su Primavera. Que Mayo tiene que llegar para todo el mundo, y San Lorenzo la espera como agua de Mayo. Que Mayo no se abre en el barrio hasta que Ella sale a la calle.

Que Mayo ya se escurre por el calendario y San Lorenzo sueña...

Sueña, barrio de Otoño... Sueña primaveras dulces, serenas, asoslayadas como jacarandas. Sueña, barrio del alma, esencia del corazón de Sevilla... Sueña el Sueño más Sevillano, el de los locos bohemios, el que borra otoños en el alma...

Qué poco queda ya, Placita... Qué poco queda...