domingo, 30 de octubre de 2011

En el alma

Caos. Mañana. Agobio. Cansada. Querer. No poder. Pastora. Frustración. Estoy sola. No me siento. No soy.

Versos. Ensueños. Canciones. Rosario. Auroras. Gimiendo. Sonrisa. Palomas. Sevilla.

Danza. Miseria. ¡Justicia!. Quebranto. Alameda. San Lorenzo.

Pasos. Compases de espera. Espera. Esperanza. Jazmines y nardos.

Anís. Yerbabuena. Geranio. Albahaca. Un barco. el Río. Un grito callando. Problemas. Historias. Desprecio. Hastío.

La noche. Oscuro. El Miedo. La Gloria. Trabajo. Amantes. Amado. Amando. Amar. Vocación.

La brisa. El Fuego. La nada. Empujan. Me quema. Me hielo. Sonido. Silencios. Francesco. Cenobio. Campana. Torre. Plaza. Placita Blanca. Otoño. Jacaranda. 

La duda. La brasa. Un salto al vacío. Un bolo... Otro bolo más. Y yo como siempre... con la casa sin barrer.

viernes, 28 de octubre de 2011

Te regalo...

Te regalo un trozo de vida que no viví (tú sí), un sonido flotando en el universo atemporal de las evocaciones. Un espejismo de proyectos rotos. Tu antigua casa. La casilla de los locos.

Te regalo una canción, sin voz, como tú; olvidada por todos... o por casi todos, como tú. Bueno... como tú… y como yo. Tu canción. Nuestra canción. Mi canción preferida. ¿Sabías que es mi canción preferida?. Yo también la he escuchado hasta la saciedad... en un disco. Sí... me acuerdo que el disco me lo compré con lo que me pagó una turista francesa por una clase de Sevillanas que le di en una habitación de hotel en el Barrio de Santa Cruz.

Te regalo este trozo de algo que ni siquiera me atrevo a definir, porque no lo conozco. Hace años que sabía que esto fue, que pasó, que ocurrió cerca del suelo que piso cada día, en mi misma ciudad, mucho antes que Mobile, que Danzaterapia, que la fiebre de la integración, de la inclusión, de la autogestión y de su puñetera madre. Antes de la sutileza. Antes de que yo tuviera siquiera noticia de que esto existía.

He buscado este video antiguo, caótico quizá -medio borrado de años- por cielo, mar y tierra. Ayer lo encontró un amigo y me lo pasó... y me acordé de ti. ¿Te acuerdas tú de estos?. ¿Estabas allí?. Estabas allí, ¿verdad?. ¿Sonaban tan bien como me suenan a mí?. Ese piano... ¿sonaba de verdad, o no...?. ¿Photoshop?, ¿Videoshop?, ¿Teclashop?... O Síndrome Marinelli (dos docenas de dedos en cada mano... Probrecito... nació ya así y sin remedio, y no lo iba a tirar la madre al cubo de la basura. Sobre todo porque tenía la mujer a dos iguales y el delito iba a ser por duplicado. Además, que tiene que haber de todo en la viña del Señor, ¿o no?).

Pero tú... ¿estabas de verdad allí?. ¿Tú?. ¿A ti... te gustaba toda esa música?. ¿Tú... rockero?... ¡Anda ya!. Tú no. Tú, el "abuelo" del taller, tú tranquilo, absorto en tus largos paseos, aspirando sólo a tomarte un café de máquina en el pueblo con las cuatro perras que te da la gobernanta. Estás demasiado cargado de años, demasiado doblado. Más quemao que la pipa de un indio, que la Exposición Sevillana y el Pabellón aquel de la Expo. Más quemao que tú mismo, abuelo... más quemao que tú, por no decir más que yo.

Claro... que... pensándolo bien, esto fue en el 84, ¿no?... Entonces yo estaba haciendo la Comunión en el Corpus Christi, no sabía dónde estaba San Lorenzo, menos La Alameda (uuuuhhh, lagarto, lagarto... que entonces sí que tenía sentido aquello de "no niego que te he querío"). Sevilla, para mí, terminaba en la puerta del Corte Inglés que daba a La Gavidia (que en realidad no daba a La Gavidia, sino a La Concordia). Escuchaba a Parchís, Enrique y Ana y al mormón ese que cantaba con los Pitufos. ¿Sabes?... entonces yo no sabía bailar ni las Sevillanas. Y tú... tú podías tener chispa más o menos la misma edad que el de los teclados... el chico, el que murió. Echando esos cálculos... Más raro es que lo flipe yo, que no que lo flipes tú.

Te regalo lo que me regalaron ayer. Sabe Dios quién y dónde lo encontró. Quién lo grabó en su día... tú sabes dónde.

No te preocupes... ya sé que no eres el trabajador de la semana. Si hubieras estado fuera probablemente ya te habrías jubilado, o serías uno de esos funcionarios -quemadísimos- del "vuelva usted mañana". Pero da igual... te lo regalo. No es un premio, no tienes que ganar nada. Es un regalo. Porque sí, macho... porque sé que te gusta. Que te he quincao, que cuando los pincho en clase para los de la Danza te escaqueas del taller y te acercas a escucharlos.

Toma, pa' ti. Disfrútalo y que te cunda, tío. Te lo regalo.

Pero dime: Tú... de verdad... ¿estuviste allí?.



Alameda, 1984
Festival SALTA LA TAPIA, en el antiguo Hospital Psiquiátrico de Miraflores (Sevilla)