lunes, 23 de julio de 2012

... hasta llegar a ese Cielo que dejaste en la Alameda



Desde el Carmelo a Sevilla
llegaste al embarcadero
a bordo de tu barquilla
sobre un río marinero.

Presentió tu voz la historia
¡Oh celestial medianera!
Y pregonó por la gloria
que llegaste la primera.

Y del ayer legendario
en tu hogar de humilde techo
dejaste el escapulario
prendido sobre mi pecho.

Estribillo:

Salve, Madre del Carmelo,
que tu mar se haga vereda
hasta llegar a ese cielo
que dejaste en la Alameda.




La letra es de Antonio Muñoz Maestre. Me encantaría saber quién le puso música. Se te mete en el alma:

... "Que tu mar se haga vereda... Hasta llegar a ese cielo que dejaste en la Alameda"...

Hoy le he pedido tierra a la Virgen del Carmen. Tierra... Su tierra.

Dicen que a los carmelitas, para bien morir, hay que ponerles un puñado de tierra rozándoles los pies o echar su cuerpo al suelo.

Para bien vivir, esta pastoreña necesita hoy sentir bajo sus pies un puñado de tierra. Un puñado de tierra de entre San Lorenzo y la Alameda. Y que mi cuerpo se halle en su ser, integrado con un paisaje al que, sin razón conocida, sabe que pertenece.

Estoy desvelada. Me siento como pez fuera del agua, respirando a duras penas y a punto de soltar el hilo, no sé aún si el de la caña o el de la vida. Llevadme a la mar... dijo una vez un poeta.

Llevadme, ensueños, a la tierra. A mi tierra, Carmen, a tu tierra, a la mía.


¡¡¡TIERRA!!!.

sábado, 21 de julio de 2012

Termina el curso

Termina el curso, con más de medio Proyecto de vacaciones y el otro medio muertecito con estos calores... en aquella sala, esa porciuncula nuestra, que es tan versátil, tan versátil, que de ser una nevería en Invierno se convierte en un horno en Verano.

Termina el curso, una semana antes de lo previsto, porque dos de los pocos bailarines que me quedan se van de colonias a Galaroza, a aquella preciosa casita donde pernoctamos cuando actuamos en el Capitol Sierra, en Junio de 2009 (ufff... sí que ha llovido desde entonces...), y porque Carmen, la gobernanta, se ha quedado sin nadie en Lavandería y Cocina está en cruz y en raya... y claro... por más que me ponga en cruz el comer y el vestir van antes que el bailar, aunque alguno de mis tormentos hoy hayan llegado a casa diciéndoles a sus padres que "la del moño" les ha enseñado a bailar "en pelotas" (¡¡eehhh, no saquéis la parte borde de vuestro inconciente: sólo les he enseñado los "em-botados" de Escuela Bolera!!, jajaja).

Termina el curso, y es momento de hacer balance, examen de con-ciencia y de sin-ciencia de lo que han dado de sí estos once meses, lo bueno y lo malo, lo que se ha hecho bien y lo que se pudo hacer mejor. Y lo que se hizo como se pudo. Y lo que simplemente no se hizo o se hizo y salió como el mismísimo culo. Balance de todo. Balance pedagógico, artístico, dancístico, vocacional... sentimental acaso.

Y es que para que nos pague la Junta (bien... decía... ejemmm... Quiero decir, para que la Junta NOS PROMETA que nos va a pagar, con garabato de quien competa incluído... Nos PROMETA, porque pagar, pagar, lo que es pagar no paga ni a tironazos)... ¿Por dónde íbamos?... ¡Ahhh!, sí... Que para que la Junta nos conceda las subvenciones, ayudas, conciertos, sin-ciertos y demás maneras de apellidar la entrada de papel moneda, los balances se hacen en Diciembre, de año en año. Pero una, que ha pasado de una parte del aula a la de enfrente sin apenas darse cuenta, no se resiste a contar sus días por curso, de Septiembre a Junio o a Julio, no de Enero a Diciembre.

Termina el curso, y es el tiempo de volver a empezar -si es que se deja de empezar alguna vez, y de volver- de dedicarle más tiempo a buscar música, a buscar vídeos, a pensar en coreografías para el curso que viene, y en vestuarios, y en escenografías. A darle vueltas a la sesera sobre quién debe ser el siguiente  en entrar a la compañía, y con qué estilo, y con quién. A preparar actividades nuevas. A sacar tiempo para aprender a hacer presentaciones, para clase y para promoción, porque este año o se promociona o se promociona... que con la que está cayendo como encima no se promocione... apaga y vámonós. A cabilar cómo llegar a quien sabes que no has llegado, cómo presentarle lo que tanto amas, y que quieres que también él comparta contigo y con todos.

A cargar pilas y a cargar las alforjas de nuevas experiencias, que luego serán o no Danza, serán 'mi' danza, 'su' danza o nuestra danza, o la Danza de todos cuando traspase la barrera luminosa. ¿Quién lo sabe?. Si la Danza brota de cualquier cosa o de ninguna... y cuando a Ella le da la gana.

A descansar. A no descansar demasiado. A trabajar lo que no dio tiempo de trabajar. A disfrutar de otras cosas, con o sin las zapatillas puestas. A pasear por el Jueves. A levantarme tarde de vez en cuando...

Y si la Junta "se enrolla" y empieza a soltar lo que nos adeuda, y, por milagro divino, cobro, a largarme tres días y dos noches a aquella fonda de aquel pueblecito que conocí el pasado Agosto -donde no me molesta ni el viento- para encalarme el alma, como de año en año hacían con las casas antiguas, con claridades de fachadas blancas al sol del mediodía.

Termina el curso, y ya lo creo que ha dado de sí el pajolero curso. Para bien y para mal.

Termina el curso... Ya se termina el curso. Probablemente ya ha terminado, pues esos dos días que quedan ahí de la última semana, casi con seguridad los pasaré en Lavandería o en oficina. De baile... nada.

Termina el curso y a mí me faltan días, me faltan horas... Pero para qué me voy a engañar: también, a estas alturas, me faltan fuerzas. Que una ya no es una niña... y las vacaciones están porque el cuerpo las necesita. Que si no... no nos las darían.

Termina el curso... un curso más... Otro curso más. Y ya tenemos otro circulito de Edding rojo en el almanaque para el catorce de Septiembre. Vamos... que vamos a tener que deshacer la maleta de la playa, de la piscina, de la montaña... a la par que llenamos el troler de las actuaciones.

Termina el curso, y algo de él se queda entre las entretelas del alma... y ya tienes un curso más.

Porque esta servidora, que pasó de una parte del aula a la otra sin apenas darse cuenta... que aún no ha dejado de ser alumna y ya lleva lo suyo de maestra... Esta servidora de ustedes, todavía no ha aprendido a contar por años. Como en los lejanos años de uniforme gris de Calasancias y babilón a rayas, yo sigo contando mi vida por cursos.

sábado, 7 de julio de 2012

La Velá del Carmen




El cielo de la Alameda, de límpido azul, está matizado hoy de guirnaldas blancas, cuyos flecos de papel, a la brisa cálida de este Julio, menos caluroso que el de otros años, aletean como minúsculas palomas, y emulan con su sonido el de los álamos de la mitad sur del paseo, la de los Hércules. Las han prendido a los plataneros, a las columnas de los leones, al pequeño tabladito que han colocado junto a la columna "de la Feria", a los soportes del toldo del kiosquillo de las viandas... Han traído este año hasta calesitas para los niños, y también hay una tómbola, y un kiosco de helados.
Es la Velá del Carmen. El Martes, cuando volvía del centro a la Fuente de las Palomas, pasé por la Alameda hasta la Puerta de la Barqueta, y estaban los hermanos engalanando la calle Calatrava para que la Virgen pasase hacia el río. El Miércoles, entrada ya la madrugada, los vi prendiendo las guirnaldas. Mira... parecen esos arcos que soportan las bóvedas de las iglesias. Pero estos son de papel, y la bóveda que soportan es el cielo azul ingrávido sobre el paseo. El cielo de la Alameda, azul limpio, azul turquí claro.
Al fondo, los leones, como siempre. Y encima alguna paloma oteando, desde su conquistado baluarte, todo el barrio de San Lorenzo, o el de la Feria.
Fíjate bien... disfruta: ni Murillo hubiera podido pintar este festival de colorido efímero, este detalle pasajero que nos ha brindado esta mañana de Julio. Y ahora en la mañana está todo parado... Cuando caiga la tarde se llenará de vida, de jolgorio... Continuará la Velá... la Velá del Carmen, en la Alameda de Hércules.