viernes, 11 de julio de 2014

Barrio

Barrio... Barrio...
 
Casas desiguales. Gente que aún te da los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches al pasar por tu lado. Tiendecitas pequeñas de toda la vida. O de toda mi vida. Bares con veladores. Tascas donde, a veces, se escucha un cante, una guitarra... una esquiva canción bohemia que se te cuela, clandestina, en el alma.
 
Barrio... Mañana de Sábado en el Mercado: un cartucho de chicharrones y una empanada del argentino. Una maceta.
 
Barrio cambalache, alma de tu vida y de la ajena vendida a saldo en medio de la calle. En medio... como el Jueves.
 
Barrio de noche, alma de flamenco y de jazz. Yembé por bulerías en el paseo. Todo un universo cuatro calles.
 
Barrio libertad. Dos palomas subidas a las columnas de los leones. Corrillos de jóvenes sentados en el suelo en el paseo. Pintas extrañas en la calle Feria. Un china que monta un Covirán. Niños que juegan al fútbol más callejero aún antes del anuncio de la Coca-Cola. Avanzadilla de todo lo libertario de Sevilla. De todo. Gheto morisco, Gheto de la homosexualidad, Gheto del Flamenco, Gheto... hasta del Flamenco que no querían los flamencos. De la Ópera Flamenca de los 20, el Carnaval de los 30, el Rock de los 70...
 
Barrio arco, barrio postigo sin cancela. Balcones con el piso de azulejo llenos de macetas de geranios. Barrio oliendo a tomillo, a albahaca. Corrala inmensa con las puertas de par en par. Galería con romero y yerbaluisa. Alguna que otra historia para no recordar. Barrio... barrio de barrio, barrio.
 
Barrio del alma, barrio indefinible conjunto de arquitecturas soñadas, o sentidas, o pensadas piel adentro y afuera. Barrio de mis ojos cerrados y una canción de Marinelli.
 
Barrio desolación. Puta y prostíbulo de una ciudad que lo quiso poco... demasiado poco. Plaza de la Mata y Vulcano, resquicio y relato de lo que no fue, sino es, aunque queramos esconderlo. Espejo ingrato y cierto de una sociedad burdel donde los sentimientos se compran se alquilan y se venden al mejor postor, con mucha más inmundicia que lo hiciera la más veterana de las meretrices. Pumarejo, por donde de vez en cuando vuelve a vagar el esperpento de la libertad, engañada y prostituída, buscando ambrosías vanas. Muchos ya cayeron, ángeles negros pateados por un corcel salvaje, irreductible... Quisieron ser como Dios... como algún Dios. Algunos... yo no digo que todos, pero algunos... eran genios.
 
Barrio esperanza, que naces y renaces cada día de entre las cenizas de la noche anterior. Barrio paleta de colores. Cielo azul de entreleones de las dos y cuarto de la tarde. Barrio pendenciero, valiente, echado hacia un futuro que ni tú siquiera conoces. Barrio diferente, diverso, distinto a cada paso, a cada minuto, en cada luz. Barrio que rompes cualquier molde en el que te quieran meter. Barrio vivo. Barrio "barrio".
 
Barrio... Barrio... el de la copla de Gardel, pero musicada y musitada a la sevillana manera... Barrio mío... Barrio... que tenés el alma inquieta de un gorrión sentimental.
 
Perdoná si al evocarte se me escapa un lagrimón.

Cádiz y Tú

 
Si me pierdo en tu mirada, me llevas a un mar en calma de atardecida.
 
Si me enredo entre tu pelo me tornasola el alma un sol plácido en el invierno.
 
Y si me paro a tu vera... me quedo para siempre a tu caricia.
 
Todo el blanco y todo el sol lo acrisolaste: el atardecer y el mar, la fuente y la rama, el balcón y el arriate, la brisa salina y dorada, la calma plácida que adormece, la alegría de una calleja de pobres, la finura de la plata repujada.
 
Todo se hizo Tú, y Tú lo eres todo...
 
Y al recordarte todo lo recuerdo.
 
Y en todo lo que recuerdo te hallo.