Llega el besamanos de
la Pastora de San Antonio, y echo la vista atrás... y recuerdo, Besamanos por
Besamanos, cada momento vivido, y los no vividos. Los vividos desde la pena,
desde la impotencia, desde la dulzura. Siempre desde el consuelo. El de 2013,
que me pilló al otro lado del charco con Danzaterapia. El de 2015, que me pilló
al otro lado de todo, "sin" Danzaterapia. El de la tristeza, que se
hizo para despedir a la Virgen en Mayo de 2006 meses después de que yo misma
decidiera "despedirme" de muchas cosas de las que nunca me debí
despedir, el demonio sabrá por qué. El de la alegría, que se hizo en Mayo de
2014, semanas después de que volviéramos de la Catedral, con la piel de gallina
todavía.
El día 3 de Noviembre
mi Pastora estará de Besamanos, con todos sus hermanos alrededor. ¿Con todos?.
No, con todos no. Mientras Ella ofrezca su mano para el consuelo de quien la
bese, y muchos a los que considero más que familia estén con la lágrima a punto
de estallar... Cuando los priostes ajusten el paso y traguen saliva, minutos
antes de abrir el portón grande de San Antonio, yo estaré haciendo lo mismo en
otro cenobio, preparando las últimas pinceladas de otro "altar", y
pidiendo una gracia de su mano. Quizá, como si no existiera el espacio, sino el
pequeño espacio que Ella habita y el espacio pleno de un escenario, estaremos
entonando al unísono la misma plegaria aquella de "Salve Fuente de la Vida, Salve Bellísima Aurora...".
Después, cuando la
tarde ya sea noche, y se empiece a pensar en cerrar el besamanos, en San
Vicente aún estremecerá el olor a incienso, y en San Isidoro del Campo saldrá a
bailar el primer dúo de "los de Danzaterapia".
Ella sabe por qué es
tan importante esta jornada, esta posta en el camino. Ella y yo, por las
razones de Ella y por las mías, sabemos qué marañas se nos enredan en el alma.
A los pastoreños en San Antonio. A los bailarines en San Isidoro. A mí, a mitad
de camino entre el Cielo y el Infierno. Entre la Danza y el vacío. Entre el
consuelo y el miedo.
Para qué explicar, si
hay cosas que se explican y no se explican... que se cuentan y no se llegan a
contar... Que no se hicieron para las palabras. Ella y yo sabemos. Ella el
cayado, como si fuera bastón de maestra antigua, y yo siempre repetidora,
eterna repetidora... A veces cierta. A veces, otras veces, ida de compás y
forma. Ella y yo...
Ella y yo ya sabemos de lo que nos
hablamos. Ella sabrá, que yo no, cómo y por dónde rezongará todo esto. Lo suyo.
Lo mío. Lo nuestro.
El 3 de Noviembre mi
Virgen estará de besamano, y yo, y los míos, y la Danza... estarán de alguna
manera, en San Antonio. Y Ella, dejadme
la esperanza, estará, ofreciéndonos la mano, en San Isidoro del Campo.
Gracias, Guillermo.