Una gaviota mirando al mar desde una torre de la Alameda Apodaca.
Un paseo sin prisas por Moguer cuando la luz del día lo hace más bonito.
Un momento cualquiera, íntimo, ante el altar de mi Pastora.
La Alameda por la tarde repleta de niños jugando.
La Plaza de San Lorenzo con los brotes nuevos de sus plateneros.
El rayito de sol que sentí colarse aquel día nublado por la calle Feria.
Aquellas ganas de bailar, de nuevo.
Aquellas ganas de bailar, de nuevo.
Las columnas de los leones desde la calle Calatrava. Y las de los Hércules entrando desde San Lorenzo por el Multicine.
Una noche de Viernes septembrina despetalando claveles en un patio de la calle Amparo.
El primer concierto de Alameda.
Un buen ensayo con Danzaterapia.
Un verso de Eternidades.
Andalucía de Lecuona.
El pregón de Enrique Esquivias.
Nuestra actuación para Amor y Vida.
El ramo que nos regalaron en Polígono Sur.
Una lágrima de emoción de Sor Josefina.
Esos sueños que no nos parecen irrealizables... algunas veces.
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