Eh, oiga...
¿Cuánto pide usted por ese cielo azul intenso, que ilumina y techa de luz la calle?. ¿Cuánto por el blanco encalado de las paredes, matizado con el sol del mediodía?. Por la rama de un naranjo y las ondas que dibuja el viento en la ropa tendida de las azoteas, perdidas en ilusorio cambalache sobre las plantas de los pies descalzos de los balcones -laberinto de azulejos de colores-, sobre el aturdido paso de los transeúntes, y el pulso abigarrado de la calle, del mercadillo, de la ciudad interior que hoy, como es Jueves, cabe toda en esta media calle de mi ciudad.
¿Cuánto pide por el efímero sonido del aire chamullando de blues o de flamenco, marcando como surcos de recuerdo en mi alma de gramola vieja?.
¿Cuánto?... ¿Cuánto pide por el olor, el color, el sabor, el blandor, de esa magdalena grande, al final de la mañana, frente al Mercado?.
Por el olor, el color, el sabor... a cambalache, a Mercado, a vida, a gente, a mañana, a barrio, a Calle... A Feria.
Sepa usted... que si yo tuviera... Si me llegara lo que llevo en la mochila... se lo compraría todo sin regateo.
... Pero eso es imposible.
Magnetismo, el Jueves es eso que tan bien describes, olor, color, sabor y no hace falta comprarlo, está ahí esperando a ser tuyo, igual que los sueños y el deseo.
ResponderEliminarSí... soy yo la que no estoy. Soy yo la que me voy. En fin... Algún día se me olvidará que después de la calle Curtidurías está Torneo, que por abajo de La Gavidia está El Duque y que terminada Calatrava está La Barqueta. Hasta entonces... resignación.
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