Donde habitan los suspiros
de la Bambera gitana,
y los ayes más remotos
que suenan por Seguiriya.
Donde se duerme Sevilla
y se traspasa Triana,
y se hace flor una Nana,
y Sueño una maravilla.
Donde brota la semilla
del Sueño más Sevillano,
y torna en Tango gitano
la clavel de tu mejilla.
Donde juega la chiquilla
que otrora, de niña, fuera,
y llora la Petenera
de destierro y de dolor.
Donde rondada de amor
de tu mano primorosa
pierde su espina la rosa
y desgrana en Ti su olor.
Donde Liviana al calor
de tu sereno albedrío
cruza la Cantiña el río
de la pena a la Alegría.
Donde aguarda el puro día
que crepúsculo no aguarda,
y dos ángeles de guarda
coronan la fantasía.
Donde no existe falsía,
ni injusticia, ni venganza,
y se vuelve la alabanza
feliz, cual la Colombiana,
y juega la Sevillana
a ser oración y Danza.
Donde vive la esperanza
de las cosas que se sueñan,
y las maestras enseñan
con amorosos cayados.
Donde la gente ha olvidado
lo que vale la mentira.
Donde la vida es Guajira,
sin Soleá, sin Taranto.
Donde no te busque tanto
porque te sienta a mi vera,
y toque a mi primavera
terciar de flores su manto.
Donde ya no llega el llanto,
y el alba se ve más clara,
y se acierta a ver tu cara
sin espejos de árbol vivo.
Donde el Martinete, altivo,
tras las lunas se levanta,
y entre fraguas de gargantas
forja de estrellas tu velo.
Donde se vislumbra el Cielo,
y se muere la Taranta.
Donde dos palomas santas
pintan rizos en tu pelo.
Donde mueren mis anhelos,
y la vida se hace gozo,
y se llora de alborozo
ante tus ojos de aurora...
Qué gozo tener, Señora,
un trozo de Edén bendito.
Un compás, un pedacito
de Cielo, apenas un cante.
Una mirada, un instante,
mi bata de bailaora...
Y, vestida de Pastora,
la Gloria de tu semblante.
de la Bambera gitana,
y los ayes más remotos
que suenan por Seguiriya.
Donde se duerme Sevilla
y se traspasa Triana,
y se hace flor una Nana,
y Sueño una maravilla.
Donde brota la semilla
del Sueño más Sevillano,
y torna en Tango gitano
la clavel de tu mejilla.
Donde juega la chiquilla
que otrora, de niña, fuera,
y llora la Petenera
de destierro y de dolor.
Donde rondada de amor
de tu mano primorosa
pierde su espina la rosa
y desgrana en Ti su olor.
Donde Liviana al calor
de tu sereno albedrío
cruza la Cantiña el río
de la pena a la Alegría.
Donde aguarda el puro día
que crepúsculo no aguarda,
y dos ángeles de guarda
coronan la fantasía.
Donde no existe falsía,
ni injusticia, ni venganza,
y se vuelve la alabanza
feliz, cual la Colombiana,
y juega la Sevillana
a ser oración y Danza.
Donde vive la esperanza
de las cosas que se sueñan,
y las maestras enseñan
con amorosos cayados.
Donde la gente ha olvidado
lo que vale la mentira.
Donde la vida es Guajira,
sin Soleá, sin Taranto.
Donde no te busque tanto
porque te sienta a mi vera,
y toque a mi primavera
terciar de flores su manto.
Donde ya no llega el llanto,
y el alba se ve más clara,
y se acierta a ver tu cara
sin espejos de árbol vivo.
Donde el Martinete, altivo,
tras las lunas se levanta,
y entre fraguas de gargantas
forja de estrellas tu velo.
Donde se vislumbra el Cielo,
y se muere la Taranta.
Donde dos palomas santas
pintan rizos en tu pelo.
Donde mueren mis anhelos,
y la vida se hace gozo,
y se llora de alborozo
ante tus ojos de aurora...
Qué gozo tener, Señora,
un trozo de Edén bendito.
Un compás, un pedacito
de Cielo, apenas un cante.
Una mirada, un instante,
mi bata de bailaora...
Y, vestida de Pastora,
la Gloria de tu semblante.
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