sábado, 19 de noviembre de 2011

A las siete y cuarto



Y yo que siempre solía decir que iba con la hora justa, la exacta... Justo por el reloj de la torre de San Lorenzo. Yo que fijaba el meridiano del mundo donde se asienta el de mi propio universo... Y le ha dado por pararse a las siete y cuarto.

Y digo yo... Si San Lorenzo es el corazón de Sevilla, y el reloj en la torre marcaba los pulsos del corazón de San Lorenzo... ¿Qué va a ser ahora de la ciudad entera?. ¿Se ha parado el tiempo en Sevilla?. ¿O sólo en San Lorenzo?. ¿Se habrá quedado Sevilla sin corazón?. ¿Y los lubricanes?. ¿Quién sabe ahora cuánto duran los lubricanes?. ¿Qué compás han de seguir los atardeceres, Otoños presurosos de cada día?.

Y no sé si es el golpe de calendario, o fue el mini-incendio de La Bofetá de hace unos meses... o simplemente un punto de cordura sobre la "i" de este mundo loco, que siempre va corriendo y corre a ninguna parte.

Sólo sé que desde hace tiempo, no sé muy bien cuánto, cada vez que miro al cielo, la Mora Cristiana marca, impertérrita, irremediable, las siete y cuarto.

Yo también quisiera, vieja torre, alminar de la tarde, detenerme un momento en el tiempo, dejar correr a la gente a mi alrededor, escapar del Siglo y de los siglos, y del tiempo todo. Te miro, pues, y no sé si se me inunda el alma de nostalgia o de deseo, de pena o de cierta envidia.

Deseo de escapar para quedarme, de volar lejos para llegar a estar cerca, de parar para no sentir esta inútil sensación de tiempo huero, ajeno, alienado. Nostalgia de miradas hacia el cielo, partido por dos mitades desde la mitad de Cardenal Espínola, un poco más allá de las Capuchinas. Envidia de quien puede volverse ajeno al tiempo que desconoce, que ya no reconoce ni le afecta. Y pena... pena de tiempo muerto, el tuyo y el mío: el tuyo porque paró, el mío porque ya no me pertenece.

Y te miro, detenido el tiempo entre tus manos -entre tus manillas, digo- y quisiera detener el tiempo de los de abajo, transeúntes de la Plaza... De la vida.

Y me dicen los que saben que tengo la cabeza a las tres de la tarde.

No... La tengo justa, exactamente, a las siete y cuarto.

9 comentarios:

  1. Ya se lo dije una vez. Escribe usted demasiado bien y bonito, como para que los demás (y me refiero a un montón de demás)no puedan disfrutar con sus "cositas del alma". Si quiere le pongo en contacto con El Librepensador o con Calle-Ficción que es en donde Manuel ha comenzado a colaborar. Usted tiene todas las palabras. Esta entrada es muy hermosa.La podría firmar hoy Gustavo Adolfo Bécquer.

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  2. No creo que el más insigne vecino del barrio de mis anhelos (con el permiso dEl de la basílica, de María "la de la Placita", y del Maestro Otero) hiciera tanto con esto mío... pero de todos modos, y de corazón, gracias.

    El problema de todo eso que me dice es casi el mismo que tiene la torre de San Lorenzo: ¡¡EL RELOJ!!.

    Como puede ver, esto lo llevo así de aquella manera. Hay largos intervalos que no puedo colgar nada, porque no tengo tiempo ni para lo más elemental. Aun cuando lo cuelgo, muchas veces es porque necesito hacer un paréntesis y desahogarme un poco.

    Temo no estar "a la altura", no ya en calidad -que también- sino en cantidad y, sobre todo, en frecuencia.

    En todo caso... por probar... que no quede. Puedo ir tirando de lo de aquí y de otras cosillas que tengo por ahí.

    Quizá así pueda también, como hace Manuel, aprovechar para dar una cobertura mayor a ciertos asuntos que deberían tenerla, y que, algunos, los tengo muy cercanos.

    Gracias por su comentario y bienvenido de nuevo a la página. Es todo un lujazo tenerlo por aquí. Ya me pasó Manuel información de lo que tenía que cambiar (soy un poco desastre con el ordenador, por más que lo utilizo mucho). La verdad es que no tenía ni idea de que "eso" se pudiera cambiar, ni de que impidiera acceder a hacer comentarios. En todo caso, y no me importa repetirlo, triple lujazo: que entre, que escriba y que se interese por escribir.

    Ni se imagina cuánto puede valer un comentario, no por lo que te pueda halagar... sino por el hecho de saber que alguien, aunque lejos en distancia o en circunstancia, está ahí, detrás, leyendo, conversando, haciéndose un poco cómplice de lo que escribo... y, en cierto modo, acompañándote, aunque ni siquiera nos hayamos cruzado por la calle.

    Muchas gracias.

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  3. Entonces... ¿me da su permiso para enviar "A las siete y cuarto" al responsable en Sevilla de Calle-Ficción? No hay compromiso alguno. Se escribe cuando se tenga "algo" para escribir. Si me da su permiso, ilustraré su texto yo mismo.

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  4. OK. Tiene mi consentimiento. Y sí. es verdad que viene pidiendo una ilustración... pero siempre me acuerdo cuando no puedo hacerla, jejejejeje.

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  5. De acuerdo. Me gustaría me dijera con qué firma quiere usted que aparezca su texto. Y si no le parece mal, siempre aparecerán sus colaboraciones con el título genérico de "Mis cosillas del alma".

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  6. "Fuente de las palomas" está bien de momento. Apéeme el usted que no me hallo, me parece que le estén hablando a otra persona, jejeje.

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  7. Bien, como tú quieras. Has de enviarme por correo el artículo o texto de esta manera:
    A las siete y cuarto
    Por: Fuente de las Palomas
    Convendría que aportaras tú la fotografía o ilustración. Ahora mismo no tengo nada para tu escrito. Cuanto antes, mejor.

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  8. Veré lo que puedo hacer. Esta semana va a ser difícil, pero en cuanto pueda lo haré. Muchas gracias de nuevo.

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