sábado, 21 de julio de 2012

Termina el curso

Termina el curso, con más de medio Proyecto de vacaciones y el otro medio muertecito con estos calores... en aquella sala, esa porciuncula nuestra, que es tan versátil, tan versátil, que de ser una nevería en Invierno se convierte en un horno en Verano.

Termina el curso, una semana antes de lo previsto, porque dos de los pocos bailarines que me quedan se van de colonias a Galaroza, a aquella preciosa casita donde pernoctamos cuando actuamos en el Capitol Sierra, en Junio de 2009 (ufff... sí que ha llovido desde entonces...), y porque Carmen, la gobernanta, se ha quedado sin nadie en Lavandería y Cocina está en cruz y en raya... y claro... por más que me ponga en cruz el comer y el vestir van antes que el bailar, aunque alguno de mis tormentos hoy hayan llegado a casa diciéndoles a sus padres que "la del moño" les ha enseñado a bailar "en pelotas" (¡¡eehhh, no saquéis la parte borde de vuestro inconciente: sólo les he enseñado los "em-botados" de Escuela Bolera!!, jajaja).

Termina el curso, y es momento de hacer balance, examen de con-ciencia y de sin-ciencia de lo que han dado de sí estos once meses, lo bueno y lo malo, lo que se ha hecho bien y lo que se pudo hacer mejor. Y lo que se hizo como se pudo. Y lo que simplemente no se hizo o se hizo y salió como el mismísimo culo. Balance de todo. Balance pedagógico, artístico, dancístico, vocacional... sentimental acaso.

Y es que para que nos pague la Junta (bien... decía... ejemmm... Quiero decir, para que la Junta NOS PROMETA que nos va a pagar, con garabato de quien competa incluído... Nos PROMETA, porque pagar, pagar, lo que es pagar no paga ni a tironazos)... ¿Por dónde íbamos?... ¡Ahhh!, sí... Que para que la Junta nos conceda las subvenciones, ayudas, conciertos, sin-ciertos y demás maneras de apellidar la entrada de papel moneda, los balances se hacen en Diciembre, de año en año. Pero una, que ha pasado de una parte del aula a la de enfrente sin apenas darse cuenta, no se resiste a contar sus días por curso, de Septiembre a Junio o a Julio, no de Enero a Diciembre.

Termina el curso, y es el tiempo de volver a empezar -si es que se deja de empezar alguna vez, y de volver- de dedicarle más tiempo a buscar música, a buscar vídeos, a pensar en coreografías para el curso que viene, y en vestuarios, y en escenografías. A darle vueltas a la sesera sobre quién debe ser el siguiente  en entrar a la compañía, y con qué estilo, y con quién. A preparar actividades nuevas. A sacar tiempo para aprender a hacer presentaciones, para clase y para promoción, porque este año o se promociona o se promociona... que con la que está cayendo como encima no se promocione... apaga y vámonós. A cabilar cómo llegar a quien sabes que no has llegado, cómo presentarle lo que tanto amas, y que quieres que también él comparta contigo y con todos.

A cargar pilas y a cargar las alforjas de nuevas experiencias, que luego serán o no Danza, serán 'mi' danza, 'su' danza o nuestra danza, o la Danza de todos cuando traspase la barrera luminosa. ¿Quién lo sabe?. Si la Danza brota de cualquier cosa o de ninguna... y cuando a Ella le da la gana.

A descansar. A no descansar demasiado. A trabajar lo que no dio tiempo de trabajar. A disfrutar de otras cosas, con o sin las zapatillas puestas. A pasear por el Jueves. A levantarme tarde de vez en cuando...

Y si la Junta "se enrolla" y empieza a soltar lo que nos adeuda, y, por milagro divino, cobro, a largarme tres días y dos noches a aquella fonda de aquel pueblecito que conocí el pasado Agosto -donde no me molesta ni el viento- para encalarme el alma, como de año en año hacían con las casas antiguas, con claridades de fachadas blancas al sol del mediodía.

Termina el curso, y ya lo creo que ha dado de sí el pajolero curso. Para bien y para mal.

Termina el curso... Ya se termina el curso. Probablemente ya ha terminado, pues esos dos días que quedan ahí de la última semana, casi con seguridad los pasaré en Lavandería o en oficina. De baile... nada.

Termina el curso y a mí me faltan días, me faltan horas... Pero para qué me voy a engañar: también, a estas alturas, me faltan fuerzas. Que una ya no es una niña... y las vacaciones están porque el cuerpo las necesita. Que si no... no nos las darían.

Termina el curso... un curso más... Otro curso más. Y ya tenemos otro circulito de Edding rojo en el almanaque para el catorce de Septiembre. Vamos... que vamos a tener que deshacer la maleta de la playa, de la piscina, de la montaña... a la par que llenamos el troler de las actuaciones.

Termina el curso, y algo de él se queda entre las entretelas del alma... y ya tienes un curso más.

Porque esta servidora, que pasó de una parte del aula a la otra sin apenas darse cuenta... que aún no ha dejado de ser alumna y ya lleva lo suyo de maestra... Esta servidora de ustedes, todavía no ha aprendido a contar por años. Como en los lejanos años de uniforme gris de Calasancias y babilón a rayas, yo sigo contando mi vida por cursos.

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