viernes, 28 de octubre de 2011

Te regalo...

Te regalo un trozo de vida que no viví (tú sí), un sonido flotando en el universo atemporal de las evocaciones. Un espejismo de proyectos rotos. Tu antigua casa. La casilla de los locos.

Te regalo una canción, sin voz, como tú; olvidada por todos... o por casi todos, como tú. Bueno... como tú… y como yo. Tu canción. Nuestra canción. Mi canción preferida. ¿Sabías que es mi canción preferida?. Yo también la he escuchado hasta la saciedad... en un disco. Sí... me acuerdo que el disco me lo compré con lo que me pagó una turista francesa por una clase de Sevillanas que le di en una habitación de hotel en el Barrio de Santa Cruz.

Te regalo este trozo de algo que ni siquiera me atrevo a definir, porque no lo conozco. Hace años que sabía que esto fue, que pasó, que ocurrió cerca del suelo que piso cada día, en mi misma ciudad, mucho antes que Mobile, que Danzaterapia, que la fiebre de la integración, de la inclusión, de la autogestión y de su puñetera madre. Antes de la sutileza. Antes de que yo tuviera siquiera noticia de que esto existía.

He buscado este video antiguo, caótico quizá -medio borrado de años- por cielo, mar y tierra. Ayer lo encontró un amigo y me lo pasó... y me acordé de ti. ¿Te acuerdas tú de estos?. ¿Estabas allí?. Estabas allí, ¿verdad?. ¿Sonaban tan bien como me suenan a mí?. Ese piano... ¿sonaba de verdad, o no...?. ¿Photoshop?, ¿Videoshop?, ¿Teclashop?... O Síndrome Marinelli (dos docenas de dedos en cada mano... Probrecito... nació ya así y sin remedio, y no lo iba a tirar la madre al cubo de la basura. Sobre todo porque tenía la mujer a dos iguales y el delito iba a ser por duplicado. Además, que tiene que haber de todo en la viña del Señor, ¿o no?).

Pero tú... ¿estabas de verdad allí?. ¿Tú?. ¿A ti... te gustaba toda esa música?. ¿Tú... rockero?... ¡Anda ya!. Tú no. Tú, el "abuelo" del taller, tú tranquilo, absorto en tus largos paseos, aspirando sólo a tomarte un café de máquina en el pueblo con las cuatro perras que te da la gobernanta. Estás demasiado cargado de años, demasiado doblado. Más quemao que la pipa de un indio, que la Exposición Sevillana y el Pabellón aquel de la Expo. Más quemao que tú mismo, abuelo... más quemao que tú, por no decir más que yo.

Claro... que... pensándolo bien, esto fue en el 84, ¿no?... Entonces yo estaba haciendo la Comunión en el Corpus Christi, no sabía dónde estaba San Lorenzo, menos La Alameda (uuuuhhh, lagarto, lagarto... que entonces sí que tenía sentido aquello de "no niego que te he querío"). Sevilla, para mí, terminaba en la puerta del Corte Inglés que daba a La Gavidia (que en realidad no daba a La Gavidia, sino a La Concordia). Escuchaba a Parchís, Enrique y Ana y al mormón ese que cantaba con los Pitufos. ¿Sabes?... entonces yo no sabía bailar ni las Sevillanas. Y tú... tú podías tener chispa más o menos la misma edad que el de los teclados... el chico, el que murió. Echando esos cálculos... Más raro es que lo flipe yo, que no que lo flipes tú.

Te regalo lo que me regalaron ayer. Sabe Dios quién y dónde lo encontró. Quién lo grabó en su día... tú sabes dónde.

No te preocupes... ya sé que no eres el trabajador de la semana. Si hubieras estado fuera probablemente ya te habrías jubilado, o serías uno de esos funcionarios -quemadísimos- del "vuelva usted mañana". Pero da igual... te lo regalo. No es un premio, no tienes que ganar nada. Es un regalo. Porque sí, macho... porque sé que te gusta. Que te he quincao, que cuando los pincho en clase para los de la Danza te escaqueas del taller y te acercas a escucharlos.

Toma, pa' ti. Disfrútalo y que te cunda, tío. Te lo regalo.

Pero dime: Tú... de verdad... ¿estuviste allí?.



Alameda, 1984
Festival SALTA LA TAPIA, en el antiguo Hospital Psiquiátrico de Miraflores (Sevilla)

4 comentarios:

  1. Bonito regalo para tu loco, seguro que ese loco te habrá regalado con sus relatos sobre los Salta la Tapia mucho más que los cuerdos que vivimos aquello de la tapia para fuera; nosotros íbamos a un Festival de música, a ellos les llegaba la vida.

    Yo también hice mi Primera Comunión en el Corpus Christi.

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  2. Allí no estaban solamente lo que entendemos por "locos", sino personas con distintas discapacidades mentales e intelectuales, es decir, desde personas con trastornos gordos de conducta a personas con retraso mental que no podían vivir en sus casas porque las familias no se podían o no querían hacerse cargo de ellos o porque ya se habían quedado sin familia. No todas las personas que viven institucionalizadas son peligrosas ni necesariamente son los casos más graves. Lo que tienen en común es que no pueden vivir con total autonomía.

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  3. Es evidente, y lo de loco lo he dicho con todo el respeto del mundo, no se cómo te has tomado mi comentario, ahora las enfermedades mentales las vemos desde distintos prismas, pero en esa época, con ese termino se englobaban desde "simples"(ahí que hilar fino parece) depresiones hasta esquizofrénicos de violencia exacerbada.

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  4. No, para nada me lo he tomado mal. Era simplemente un comentario explicativo, más para el que entrara luego que para ti mismo. Pero además también había personas con idiocia, es decir, con retraso mental, que no es exactamente lo que hoy se conoce como enfermedad mental. Para que nos entendamos, lo que antiguamente se le decía "tontito" (pero en el sentido que se le daba entonces, no en el peyorativísimo de ahora).

    Lo verdaderamente escandaloso no es cómo se los llame, es que los términos cambian cada dos segundos, las políticas cada tres... pero al final, cuando se trata de llegar a la persona... se sigue siempre con los mismos planteamientos clasistas e interesados. El mismo perro con mil y pico collares distintos.

    Créeme... que Miraflores se cerró... pero esa Tapia que reza en la pancarta sigue echada y cerrada, y muy pocos la saltan, ni pa fuera ni pa dentro.

    Y lo todavía más escandaloso es que todo sigue así, lavándole la cara cada x tiempo pero siempre así, porque al que está por encima no le conviene, así que seguirá así por bastante tiempo.

    Mientras tanto, un tercio de la sociedad vive, otro malvive para que el tercio "bueno" pueda vivir, y al que no sirve para bailarle el agua al que puede vivir, lo olvidan. Si además tiene algo malamente colocado en la azotea, lo mandan ya no a un psiquiátrico, pero sí a cualquier otro sitio con distinta denominación y parecida finalidad, a que lo aguante y lo cuide otro que, por cercanía (y porque solemos ser del segundo tercio) pasamos también a vivir casi como ellos y a que nos olviden casi tanto como a ellos.

    Frente a esto... ¿me puede importar el término que se utilice?. Máxime si sé que viene de ti, Manuel, y cómo lo haces.

    Un afectuoso saludo y muchas gracias por tus comentarios.

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