jueves, 24 de marzo de 2011

El dialecto de los parias

No cabe duda... hablamos un idioma propio, un dialecto que pasa desapercibido para todos los demás, pero que cuando llega a nuestros ojos, a ojos de otro paria cualquiera, sabemos reconocer.

Son vivencias, sentimientos, deseos, costumbres, coletillas al hablar... miles de detalles, y miles de maneras de expresarlos.

Esta sociedad que nos ha tocado en suerte no es del todo mala... pudiera ser, tal vez, peor. Pero deja ciertos huecos, ciertos "agujeros negros". Un paria es el que queda en ese agujero negro.

En realidad, los parias no existen para la sociedad. Esa es quizá la definición que se me hace más certera del término. Un paria es aquel que vive entre la gente en un determinado lugar, pero sin existir socialmente, sin ser socialmente reconocido en todo su ser personal.

Al paria se le llama, se le reclama, se le pide... y hasta se le da (no lo que necesita, pero se le da). Pero no existe. No existe porque los demás, la sociedad, ha creado una envoltura decorada sobre ellos, para poder creer que son como a ella le gusta, o le conviene, que sean.

Interiormente, el paria, claro está, sí existe. Y por eso precisamente es un paria. Un paria inadaptado permanente y eternamente, desde el día que tuvo consciencia de su "ser social" y del natural.

¿Por qué la sociedad hace parias?. Pues eso sí que no lo sé. Y créanme: me encantaría saberlo. Probablemente porque unos errores han de tapar otros. Si todo fuera perfecto, no habría parias, pero como falta "mano de obra barata" para tapar las chapuzas de otros, que a la vez tapan las de otros y otros... al final de la cadena siempre tiene que haber un paria, un desarraigado al que arraigar dónde, cómo y cuándo nos haga falta.

Y a quien le toca, le toca si hay quintada ser el quinto... como decía Jorge Cafrune (el de Marito).

Es curioso cómo a veces, en nuestro destierro sentimental de todo lo que amamos -injusto y terrible destierro el que te desgrana de tus ilusiones y expresiones más íntimas- encontramos una especie de espejo por el camino... y, extrañados, casi exclamamos: ¡Uy, mira... otro paria!.

Y sí... otro paria. Con otras razones, con otras guerras perdidas y otro bajage de sueños rotos. Con otra apariencia y expulsado de otro paraíso, pero al fin y al cabo, otro paria.

Lo intuimos... lo olemos. Sabemos perfectamente a lo que se refiere el de enfrente sin tener por qué conocer ni su nombre ni su gracia (ni siquiera su desgracia). Es normal: hablamos el mismo idioma. Un dialecto que pasa desapercibido para los demás y que sólo cobra significado a nuestros ojos, a los ojos de un paria.

Entonces el alma te da un vuelco y las heridas que de podridas, de purulentas, ya ni siquiera sangraban, vuelven a manar sangre y lágrimas.

Yo, mi querido paria recién nacido al absurdo de la nada, también he llorado en seco. También he querido ser sólo el murmullo del viento. Ni eso siquiera... Mejor el silencio. Pero nadie puede convertirse en viento.

Hay, sin embargo, dos cosas que le quedan al paria: la caricia de consuelo dulce que Abril estremece en su brisa y acuna Mayo, y el sueño de la Tierra Prometida.

La primera es bálsamo de todas las heridas y cicatrices que te llevaron a ser paria.

El segundo puede llegar a ser un martillo que te golpea incesante la esencia misma de tu ser más íntimo, llegando a atormentar lo poco que de paz te queda. Pero te hace sentir que, a veces, sigues vivo, y te da señas de que, por encima de paria, eres tú, como eres, como tú eres... aunque por ser como eres la sociedad de haya dejado en el agujero, y sientas, hables y te expreses como los parias... Como lo que eres.

Mejor ser paria que ser borrego...

3 comentarios:

  1. Y digo yo: ¿Por qué no escribe usted, por ejemplo, en El Librepensador.com? Puede que le guste, y que usted les guste. Escribe muy bien y resuelve mejor. El Librepensador es totalmente libre y tiene una lectura que abarca Latinoamérica y parte de Estados Unidos Póngase en contacto, si quiere, con Rubén Sancho, redactor jefe. Gracias por sus letras que mueven a reflexión.

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  2. Ese agujero negro es permeable, hay muchas sociedades no sólo una, simplemente hay que encontrar la que nos acomode pero no esperando la llamada, sino llamando nosotros a su puerta.

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  3. Sr. Conde: me gusta volar bajito. De todos modos, cuando tenga algo de tiempo me lo pensaré. Gracias en todo caso por sus palabras.

    Manuel, por supuesto que hay muchas sociedades, pero la gran sociedad, la que lleva las riendas (o al menos eso cree), te acepta, y te respeta tal y como eres, o no, según le convenga.

    Luego, está la sociedad de los parias... la cara b de la sociedad... en la que quizá, sólo quizá, hay un sitio para ti o la posibilidad de construirtelo.

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